Texto de sala para Piedra y Consciencia en la Galería Gachi Prieto 2018
I. En el prefacio de la edición japonesa de El arte del color, el pintor Johannes Itten escribió: “Para llegar a ser un maestro del color, es indispensable estudiarlos y asimilar a cada uno siendo consciente al mismo tiempo de las infinitas combinaciones que existen entre todos”.
Durante casi cuarenta años, primero en Viena, luego en la Bauhaus de Weimar y en otras escuelas de Alemania y Suiza Itten se dedicó a desarrollar su teoría del color.
Pintaba, investigaba y compartía sus elucubraciones artísticas (y también espirituales) con sus alumnos, entre quienes estuvieron por ejemplo Klee y Kandisnky.
Itten desde siempre estuvo comprometido con la experimentación, con la enseñanza y con la producción artística, entendidas las dos últimas muy probablemente como una misma práctica. Dos objetivos guiaron su trabajo: conocer las leyes de la forma y liberar las potencialidades expresivas de sus estudiantes. Todo a partir del color.
II. Mientras preparaba los contenidos de una materia que dictaría en una escuela de enseñanza artística, Verónica Di Toro repasaba las ideas del místico Otto Runge, de Wilhelm Oswald o la teoría sobre la interacción del color de Josef Albers. Así fue como comenzó a hacer unas cuadrículas en papel con los contrastes de Itten.
Existen momentos que nos llevan a valiosos hallazgos y re-descubrimientos. Además de decidir los diferentes métodos que ayudarían a los estudiantes a hacer uso y pensar en términos del color, fue en este instante que, cansada del juego de encastres y líneas de su serie anterior (Puertas, 2015), Di Toro decidió abandonar la investigación de la forma determinada por la línea negra y concentrarse en el color.
Itten determinó que los contrastes eran siete: contraste del color en sí mismo, de claro- oscuro, de cálido-frío, de complementarios, contraste simultáneo, cuantitativo y cualitativo. Describir a cada grupo resultaría aburridísimo, solo los presento porque me resulta fascinante que alguien se haya tomado el trabajo de agruparlos, y sobre todo porque al ver la nueva serie de obras de Di Toro confirmo que la lógica el sistema funciona… aunque ¡ojo!… al momento de pintar la artista elige guiarse por la intuición (intuición adiestrada tras años de ejercicios sobre el tema) y olvida el rigor de todas, absolutamente todas las teorías del color.
La obra de la artista no obedece a ningún imperativo relacionado a los programas de las vanguardias concretas con las que se tiende a relacionar su trabajo. Verónica Di Toro recoge aspectos de esta tradición, también del op art, del minimalismo y juega.
Satisface una demanda interna donde el color funciona como vehículo de exploración, el color es capricho. Es la piedra que ancla, es el elemento que combinado de todas las formas la arrima, nos arrima a la orilla del infinito.